La masculinidad no es el problema. La tergiversación de la masculinidad sí lo es. Durante demasiado tiempo, la sociedad ha difuminado la línea entre fuerza y toxicidad, pintando a grandes rasgos un panorama que deja a nuestros hijos confundidos, a nuestras familias fragmentadas y a nuestro futuro en la incertidumbre.
La verdadera masculinidad no se trata de dominación ni ego. Se trata de responsabilidad, valentía, protección, provisión y liderazgo con principios. Un hombre masculino no se mide por su poder sobre los demás, sino por cuánto se entrega a quienes están a su cuidado. Es el padre que se sacrifica, el esposo que se presenta cada día, el mentor que eleva a otros, no por la gloria, sino porque es lo correcto. No teme enfrentarse al fuego, ni teme llorar cuando el peso es grande. Sus emociones no están ocultas, están controladas.
He aprendido estas lecciones de primera mano. De joven en el JROTC (siglas en inglés del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva Juvenil), comencé a comprender el valor de la disciplina, el servicio y la responsabilidad. Esto sentó las bases para mi decisión de unirme a la Marina de los EE. UU., donde serví durante nueve años. El ejército forjó mi carácter, puso a prueba mis límites y me enseñó que el liderazgo comienza con la responsabilidad. Pero no terminó ahí. Después de dejar la Marina, me incorporé a la vida civil y comencé una nueva etapa: trabajé como ingeniero en el Comando de Operaciones Especiales de los EE. UU. (USSOCOM), apoyando misiones militares de élite con soluciones tecnológicas avanzadas.
La masculinidad se convirtió en un chivo expiatorio tras las revoluciones culturales de los años 60 y 70. Si bien algunas críticas a los sistemas patriarcales tenían fundamento, la conversación se desvió. En lugar de corregir comportamientos dañinos, la sociedad comenzó a desmantelar los cimientos de la masculinidad. La masculinidad dejó de verse como una fuerza para el bien y se convirtió en una amenaza.
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Términos como “masculinidad tóxica” se volvieron comunes, pero pocos se detuvieron a separar la toxicidad de la masculinidad en sí. Según Pew Research Center (2022), más del 50 % de los hombres menores de 30 años se sienten presionados a reprimir sus emociones para “ser hombres”. Mientras tanto, los hombres representan casi el 80 % de todas las muertes por suicidio en EE. UU. (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades [CDC], 2022). Esta no es una crisis de masculinidad, sino de una masculinidad “incomprendida”.
Cada generación ha moldeado la masculinidad de forma diferente. La Generación Más Grande personificó el deber y la determinación. Los Baby Boomers experimentaron un cambio cultural que comenzó a cuestionar los roles tradicionales. La Generación X —mi generación— creció en esta época. Aprendimos a ser independientes por necesidad y nos convertimos en la última generación analógica en un mundo digital. No nos quejábamos, trabajábamos.
Los jóvenes de hoy crecen en una cultura que ya no ofrece una orientación clara. Uno de cada cuatro hombres de entre 18 y 29 años no trabaja ni estudia (Pew Research Center, 2023). La matriculación universitaria masculina ha disminuido drásticamente, y uno de cada cuatro niños en Estados Unidos crece sin un padre en casa (U.S. Census Bureau, 2023).
La cultura pop ha desempeñado un papel importante en la formación (y distorsión) de la masculinidad. Antaño celebrábamos personajes complejos y nobles como Rocky Balboa o Atticus Finch. Hoy en día, los hombres masculinos son retratados como violentos, idiotas o completamente ausentes. Un estudio de Harvard de 2023 reveló que el 72 % de los hombres jóvenes afirma no sentirse representados en los medios modernos. El ansia de significado es real, pero la guía ha desaparecido.
Como hombres de la Generación X, nos encontramos en una encrucijada única. Entendemos las dificultades y sabemos lo que significa la verdadera responsabilidad. Ahora debemos servir de puente entre el pasado y el futuro.
Aquí es donde la teoría del liderazgo nos guía. El liderazgo de servicio (Greenleaf, 1977) nos llama a priorizar a los demás, especialmente a nuestras familias y comunidades. El liderazgo pragmático nos enseña a liderar con resultados, humildad y una mentalidad flexible. Nuestros hijos necesitan hombres que demuestren disciplina e integridad, no solo que hablen de ello.
A los treinta años, di el salto con el que muchos solo sueñan: fundé mi propia empresa. Sin garantías, solo con determinación y una visión clara, la construí desde cero, superé las adversidades y finalmente la llevé a una adquisición exitosa. En ese camino, enfrenté innumerables reveses, fracasos y momentos de inseguridad. Pero cada caída me obligó a levantarme con más fuerza. Aprendí a sentirme más cómodo con la incomodidad, a absorber más presión, soportar más dolor y a llevar cargas más pesadas, no solo por mí, sino también por mi familia y mis compañeros.
Un hombre fuerte no está completo sin su Reina Guerrera. La historia nos muestra que las civilizaciones florecieron cuando hombres y mujeres trabajaron en equipo, no en oposición. La masculinidad honra la feminidad; no compite con ella. Juntos, alineados en un propósito, la fuerza masculina y femenina crean un legado.
La mentalidad guerrera no se trata de violencia, sino de estar preparado, centrado en la misión y ser disciplinado. La masculinidad y el espíritu guerrero van de la mano. Un hombre masculino se levanta temprano, dice la verdad, entrena su cuerpo y mente, y se mantiene firme. Es peligroso para quienes representan una amenaza y una roca firme para quienes necesitan protección.
El declive de nuestra sociedad ya no es teórico, sino estadístico. Más del 41,9 % de los adultos estadounidenses son obesos (CDC, 2023). Los niveles de testosterona en los hombres han disminuido más de un 30 % desde la década de 1980. Los chicos están por detrás de las chicas en todos los indicadores académicos. El suicidio es ahora la segunda causa principal de muerte entre los hombres de 15 a 34 años (CDC, 2023). Los hombres débiles han creado tiempos difíciles. Y el precio lo están pagando nuestras familias, nuestras comunidades y nuestra nación.
¿Hacia dónde nos dirigimos? La teórica organizacional Mary Jo Hatch (1993) ofrece un plan en su Modelo de Dinámica Cultural. La cultura evoluciona en cuatro etapas: manifestación (los valores se convierten en símbolos), realización (los símbolos se convierten en comportamiento), interpretación (se construye el significado) e implementación (se adoptan las normas). Si queremos reconstruir la masculinidad, debemos empezar por redefinir los símbolos: redefinir la imagen de un hombre fuerte. Luego, lo modelamos, lo vivimos y lo transmitimos.
Figura 1: Modelo de dinámica cultural de Hatch (adaptado de Hatch, 1993)
Recientemente, participé en Men of War Crucible, una experiencia transformadora que me puso a prueba física, mental y espiritualmente. Fue parte de un camino más amplio que he recorrido para acercarme a Dios y alinear mi propósito con su llamado. Ese crisol despojó al ego, las ilusiones y la comodidad. Me recordó que el camino difícil, aunque a menudo se evita, es el que nos transforma. Cada revés, cada cicatriz, se ha convertido en un capítulo de mi historia, y cada uno me ha llevado a un mayor nivel de crecimiento. Cuanto más difícil fue el desafío, más refinado me volví. A menudo les digo a mis hijos y a los jóvenes a los que mentorizo: elijan siempre la respuesta difícil. El camino fácil rara vez conduce al destino correcto.
Ponte a prueba. Esfuérzate. Aprende de tus errores. Sigue adelante. Sé constante y disciplinado: esa es la única manera. Dar ejemplo no solo te hace más fuerte, sino que inspira a quienes te rodean. Tus hábitos se convierten en el estándar. Tu integridad se contagia. Y cuando los demás ven que te niegas a rendirte, se sienten motivados a ascender también.
Esta misión comienza con nosotros: trabajando juntos, hombres y mujeres con fuerza y convicción, para dar el ejemplo. Preparamos el camino para que otros lo sigan, normalizando los comportamientos correctos mediante acciones constantes. Sabemos lo que significa lo correcto. Defendemos algo. Pero nos mantenemos flexibles, listos para adaptarnos a las circunstancias, pero siempre avanzando.
Nos levantamos cuando nos derriban. Enfrentamos la adversidad, predicamos con el ejemplo y nos esforzamos por ser la mejor versión de nosotros mismos. Lo hacemos no en busca de la perfección, sino porque creemos en el camino. Cada día, avanzamos, poco a poco, afinando, fortaleciendo y construyendo un futuro que honra el pasado y asegura la promesa del mañana.
Este es el regreso de la verdadera masculinidad.
Y empieza por nosotros.
Referencias
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (2022). El suicidio aumenta en EE. UU. https://www.cdc.gov/suicide/facts/index.html
Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (2023). Datos sobre la obesidad en adultos. https://www.cdc.gov/obesity/data/adult.html
Greenleaf, R. K. (1977). Liderazgo de servicio: Un viaje a la naturaleza del poder legítimo y la grandeza. Paulist Press.
Hatch, M. J. (1993). La dinámica de la cultura organizacional. Academy of Management Review, 18(4), 657–693.
Universidad de Harvard (2023). Estudio sobre masculinidad y representación mediática. [Estudio inédito]
Pew Research Center (2022). Qué significa ser hombre hoy. https://www.pewresearch.org/
Pew Research Center (2023). Hombres jóvenes estadounidenses: Estadísticas de educación y empleo. Oficina del Censo de EE. UU. (2023). Vivienda de los niños: 2023. https://www.census.gov/